Hace dos semanas, aprovechando la coyuntura de la situación, os lancé una pregunta. Es una oferta que sigue abierta a día de hoy y, aunque ya ha habido unas cuantas peticiones, hay una que resalta como la más pedida. Es una pregunta que me ha surgido también en los cursos que he hecho: ¿cómo es vivir en una familia en la que todo el mundo usa o sabe de qué va GTD?
GTD es una metodología personal, eso es cierto. No necesitas que tu entorno la utilice para poder usarla y no influye en el impacto positivo que aporta. Pero es más divertido si la gente sabe cómo funcionas. Ya os he contado que mis amigos, aunque no todos usen la metodología, se saben casi toda la nomenclatura. Y aunque ni mi hermana ni nuestro perro usen GTD para ser efectivos, saben que en esta casa se limpia, se come y se vive gracias a GTD.
Cómo cambia la manera de habitar en un hogar en la que todos los miembros usan GTD es algo lento. El primer gran cambio fue cuando mi padre implementó la metodología. La casa empezó a llenarse de taquitos de post its. Había uno en cada cuarto de baño, uno en la cocina, uno en la mesilla de noche… Cada vez que le pedías algo, decía “mándame un email”.
Pero también el ambiente cambió a mejor. Se volvió a jugar a juegos de mesa el fin de semana, parecía que los planes ya no se quedaban en el aire, todos respirábamos más tranquilos.
Cuando mi madre empezó a usar GTD fue una sorpresa para todos. Mi padre era el de las listas, ella no. Nunca hacía las cosas igual dos veces. Y de repente, a poquitos, fue implementando uno a uno lo hábitos de GTD. Los mismos cambios a mejor que vimos en mi padre, en una persona totalmente distinta parecían aparecer también.
Pero para mí lo más curioso es nuestro día a día en la actualidad. Cómo GTD es un miembro más de la familia. Tanto mi hermana como yo sabemos que si mis padres no sacan el móvil mientras les estamos contando algo, no nos están escuchando. Si no se captura, no existe. Sabes que no se les va a olvidar que te han pedido que te pases a comprar el pan de vuelta a casa, así que es mejor que lo hagas.
Pero también sabemos que hay muchas cosas que no capturan, como la hora de llegar a casa o si habían accedido a que invitaras a unos amigos a la terraza un fin de semana. Si te interesa que no se les olvide, siempre puedes capturárselo, pero si prefieres que no se acuerden, solo tienes que ser muy convincente a la hora de discutirles.
Por otra parte, las dos tenemos claro que si nuestro padre aparece en nuestra habitación con el móvil en la mano es porque llega con su agenda con nosotras y viene chaparrón. Si eres lo suficientemente lista, tendrás una agenda al menos igual de larga con él y podrás devolverle lo que sea que te pida que hagas.
Otra cosa que ocurre cuando todo tu entorno usa GTD es que no hay manera de caerse de la tabla de manera discreta. Tus padres lo saben, lo notan y te regañan por ello. Saben que de repente tú no estás siendo tú del todo. Que hace mucho que te pidieron algo y que aún no ha vuelto. Si os soy sincera, un poquito más de privacidad en ese aspecto no estaría de más 😉.
Una de las cosas que más agradezco, y que más raro se me hace cuando me acuerdo de que no todo el mundo utiliza GTD, es tener los calendarios de Google compartidos con el resto de la familia. Esto es sagrado, si tienes bloqueado algo en el calendario antes que otra persona, tienes todas las de ganar.
Pero aparte de los detalles operativos, que son muchos, lo mejor es que las personas que utilizan GTD casi siempre están a lo que están. No se tienen que ir a mitad de una cena en familia porque se les había olvidado apagar un fuego. Si estamos haciendo algo juntos, tus padres están presentes. Lo estamos todos.
No digo que todo sea bueno. Al final el saber todo lo que tienes que hacer (o que la gente de tu alrededor tiene que hacer), saber tus proyectos a largo plazo y replantearte tus niveles de perspectiva semanalmente no siempre es suficiente para estar tranquilo y en control. Y mis padres, como todo el mundo, también sufren estrés. Pero algo que ya he dicho, y que repetiré siempre, es que con GTD podemos olvidarnos de todo. Podemos hacer que las experiencias productivas sean la norma. Y creo que aquí hablo por todos, ya sea una familia, un grupo de amigos o una organización, convivir con gente que está a lo que está es agradable, más enriquecedor y, en última instancia, hace que la convivencia mejore en todos los sentidos.
4 Comments
Laura Sastre
En mi casa ya sabes que GTD® llegó por «el de los margaritas». Sufrí lo de los post-it repartidos por toda la casa, por el de «mándamelo por correo» y, peor, «si no está en mi inbox, no existe». Así que si llegué a la secta de GTD® creo que fue más por aquello de «si no puedes con tu enemigo, únete a él» que por necesidad.
Me ha requetencantado, Marta ¡sigue escribiendo!
Besossssss, Laura.
Marta Bolívar
Muchísimas gracias Laura!!
Un abrazo muy fuerte a los dos 🙂
Marta
GonzaloD
Muy bueno Marta.
Gracias 🙂
Un abrazo.
Marta Bolívar
A ti Gonzalo!
Un abrazo :))